por José Luis Losa
Esta sesenta edición del festival donostiarra arrancó hoy con Arbitrage, un drama dirigido por el debutante Nicholas Jarecki en el cual se aborda, en una de sus subtramas, el crash financiero, la burbuja que ha estallado y sobre cuyo tsunami tratamos de seguir a flote en esta nueva vida, nada cotidiana, que nos toca sobrellevar en el año III de nuestra civilización en crisis. Pero esto no es un indicio del leit-motiv que va a presidir este festival. No teman, no parece que la idea-fuerza de esta edición sea la de escarbar en la herida.
Muy al contrario, hace ya al menos un mes que, por los anuncios que la organización iba haciendo públicos, casi en cascada, fuimos siguiendo el rastro del glamour que parece querer ser no la guinda sino buena parte del sabor del pastel de esta edición. Mucho más que de las películas que conforman su a priori interesante programa, en estas semanas previas de lo que se ha hablado esencialmente es de la proliferación de rostros relevantes del star-system hollywoodiense (o de lo que queda de él) que aterrizarán en el Kursaal en los próximos nueve días. Así, hasta cinco premios Donostia serán entregados este año a Oliver Stone, John Travolta, Tommy Lee Jones, Ewan Mcgregor y (el último en ser anunciado y, sin duda, el más consistente de todos ellos) Dustin Hoffman. Toda una inyección para la alfombra roja otros años aquí tan desasistida, un bazoka de carne gloriosa de photo-call a la que hay que sumar los nombres de Susan Sarandon, Ben Affleck, Alan Arkin, Benicio del Toro, Isabelle Huppert y Catherine Deneuve. Sin duda, una exhibición de músculo en la que ha debido de poner empeño el director de este festival, José Luis Rebordinos, quien no ocultó desde su nombramiento el pasado año que esa guerra, la de las celebridades sobre las que San Sebastián parecía no ejercer ningún magnetismo, había que darla.
Pues bien, se podrá discutir la inflación de premios, o su unidireccionalidad hacia Hollywood y sus aledaños, pero no queda duda de que esta batalla en los cielos del estrellato se ha ganado. Otra cuestión es que esto suceda cuando ya parece que el concepto de estrella se ha desintegrado (véase la reciente edición de la Mostra de Venecia, donde Zac Efron o el grupo de teen-agers Disney de High School Musical o Hannah Montana reconvertidas en porno-stars por Harmony Korine en Spring Breakers provocaba colapsos en el Lido, mientras Robert Redford, Brian de Palma o Winona Ryder recibían amable trato de secundarios en el mundo de las celebrities).
Pero bien, una vez que ha quedado claro el triunfo crepuscular de las estrellas en esta 60º edición del festival de San Sebastián (ayer llegaba Susan Sarandon, protagonista junto a Richard Gere, Laetitia Casta y Tim Roth de la sobria pero muy previsible película inaugural, Arbitrage) hay que ver la pinta que tiene el guiso que aquí nos convoca. Una sección oficial con dieciocho películas y solo catorce de ellas a competición por la Concha de Oro. Y del repaso a ese cartel nos sale una foto de grupo bastante familiar. Nombres de triunfadores en ediciones recientes como el iraní Bahman Ghobadi (por dos veces merecedor de la Concha de Oro, en 2004 y 2006), el argentino Carlos Sorín, casi un titular en la alineación de este certamen o el español Javier Rebollo, que después de llevarse aquí el premio a la mejor dirección por su anterior obra, La mujer sin piano, presentará la muy esperada El muerto y ser feliz, western heterodoxo que protagoniza José Sacristán.
Tampoco son nuevos en la plaza dos nombres relevantes en el panorama francés: Laurent Cantet, que llega con un film de grupo salvaje, femenino y adolescente llamado Foxfire, y François Ozon, quien compite en San Sebastián por tercera vez, con En la casa.
La participación española, junto a Javier Rebollo, la completan Fernando Trueba, con El artista y la modelo, Pablo Berger con esa Blancanieves muda que promete conquistar muchos enanos, y J. A. Bayona, que trae Lo imposible fuera de concurso porque su meta es el box-office, la taquilla, y ahí va a tocar sin duda el oro. Y mucho de español tiene Volver a nacer, con la que el excelente, bravísimo intérprete, e interesante director Sergio Castellitto reanuda la historia de su fascinación por Penélope Cruz, a la que ya dirigió hace ocho años en la perturbadora No te muevas.
Completan la sección oficial el sueco Lasse Halström, con un retorno a su país que suena a oportunista al sumarse a la moda del cine negro con etiqueta nórdica en El hipnotista; y los títulos a priori abiertamente políticos del festival: la china All Apologies, de Emily Tang, la libanesa El atentado, de Ziad Doueiri. Y, claro, el verso suelto que supone Costa-Gavras, pope del cine concienciado de los tres últimos decenios del siglo pasado, obras que resisten el paso acerado del tiempo. Y, para quienes se apresuran a darlo por amortizado, autor en estos últimos años de obras nada despreciables como Amén o Edén al oeste. Trae Costa a este certamen Le Capital, a la que hay que concederle la expectación de apreciar qué tal afronta su cine el salto cualitativo de este cataclismo del sistema. También en clave política, pero ésta con aspecto sospechoso, llega el Argo de Ben Affleck, reconstrucción de una operación especial para rescatar a un grupo de norteamericanos en plena crisis de los rehenes con el Irán de Jomeini.
Por delante quedan nueve días, uno de ellos prácticamente inhabilitado para las proyecciones por la coincidencia con una huelga general. ¿Y qué van a hacer tres mil acreditados en una ciudad fantasma, sin cines, sin restaurantes ni cafeterías? Realmente, se podría rodar algo interesante sobre esa estancia en el vacío, esas cosas que hacer en Donosti cuando estás muerto.
Reconozco que reservo mi más ilusionada curiosidad para la llegada, el último día de esta 60ª edición de ese genio sereno, poco estridente por comparación con sus coetáneos De Niro o Pacino, ese coloso capaz de reinventarse sutilmente una y otra vez en sus registros sobre la pantalla, que es Dustin Hoffman. Se dice que Quartet es su salto a la dirección. No es del todo exacto porque hace 34 años, ya Hoffman tuvo que ponerse tras la cámara para resolver los problemas de producción de Libertad condicional (Straight Time), cuyo rodaje tuvo que abandonar Ulu Grosbard. En cualquier caso, estoy seguro de que habrá posos de sabiduría en esta aventura de Hoffman como director, en la adaptación de una pieza de Ronald Harwood en donde nos reencontraremos con un elenco de all England stars: Maggie Smith, Tom Courtenay, Michael Gambon y Pauline Collins.
Y les daremos cuenta de la representación gallega en este festival: la Operación E, que protagoniza e interpreta Luis Tosar, en su acercamiento al conflicto de la guerrilla en Colombia. Y la producción de Frida Films, Los increíbles, la nueva incursión en el documental de la compostelana Luisa Romeo, tras la interesante La mujer del eternauta.
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