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Miguel Gomes na estrea de 'Grand Tour' na Seminci. (Foto: Seminci / Photogenic |
sábado, 9 de novembro de 2024
Miguel Gomes, a arte de narrar
venres, 8 de novembro de 2024
Na alcoba do sultán
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Félix Moati en En la alcoba del sultán |
venres, 1 de novembro de 2024
Toda la luz artificial contamina
Lo que como sociedad promovemos o toleramos ayuda a definir el mundo en que vivimos.
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Fotograma de F for Fake (Orson Welles, 1973) |
En un artículo de hace dos años me hice eco de una tan concisa como reveladora nota de Salva Bará que explicaba que de cada 22 millones de fotones reflejados en el ambiente, el ojo captura únicamente uno para la visión. Las cuentas no son difíciles: se trata de comparar la superficie de la pupila, nuestra ventana de entrada de luz, cuyo diámetro es de 6 milímetros, con la de la semiesfera centrada en cada punto de la escena que tenemos por delante en la que se reflejan los fotones. Suponiendo una distancia de visión (conservadora) de 10 metros, el cociente entre superficies da 4,5·10⁻8 : esa es la fracción de luz que recibimos, esa partícula de cada 22 millones que ya presentamos y que, excuso decirlo, es muy valiosa para nuestro cerebro. El resto de los fotones (el 99,999995 %) no los usamos, o sea, no los vemos, así que la máxima eficiencia de un sistema de iluminación exterior perfecto es del 0,000005 %. No hay milagro tecnológico que vaya a cambiar esa limitación física.
A efectos prácticos podemos considerar contaminante «toda» la luz artificial producida, de la que además una parte notable, hasta un 80 %, es absorbida por los materiales y no contribuye a nuestra captación de fotones, así que la eficiencia máxima en un caso real típico habría que dividirla por cinco y dejarla en el 0,000001 %. Un resultado provocador de este hecho es preguntarse cuánto cuesta la luz que verdaderamente utilizamos. Basta multiplicar la eficiencia calculada por la factura anual de cualquier ayuntamiento para comprobar que el coste de los fotones que necesitamos se pagaría con unas moneditas. Los otros cientos de miles o millones de euros presupuestados son pura polución.
En sus siempre inspiradoras charlas Salva insiste en dejarnos claro que la luz artificial es un agente contaminante; un contaminante útil, como tantos otros, que debemos gestionar con prudencia. Es fundamental asumir que el impacto negativo de la luz depende de las emisiones totales y que estas, necesariamente, tendrán que limitarse, igual que sucede con cualquier otro elemento contaminante. Por bienintencionada que sea, la mejora de cada instalación individual no sirve de nada si globalmente las emisiones aumentan.
No hay soluciones tecnológicas para los problemas sociales y políticos, y cómo alteramos la noche es uno de ellos. El inmenso conocimiento científico acumulado sobre la contaminación lumínica nos da pistas sobre las consecuencias de nuestras decisiones, pero la elección final, por equivocada que sea, le corresponde a la ciudadanía (entendiendo por equivocadas aquellas elecciones que provocan daños injustificables). Podemos, colectivamente, aceptar la desaparición de la noche, el calentamiento global y la destrucción de los ecosistemas como daños colaterales «inevitables» (sic) de la codicia capitalista, igual que toleramos el genocidio palestino o las vergonzantes cábalas sobre el número de cuerpos africanos que cada gobierno autonómico puede acoger, enésima demostración de que incluso ante una crisis humanitaria algunos humanos son menos iguales que otros. Podemos hacer de la Tierra un lugar inhabitable. O no. Esa es la decisión que debemos tomar.
Martin Pawley. Artigo publicado orixinalmente na sección "La noche es necesaria" da Revista Astronomía, número 305, novembro de 2024.
sábado, 12 de outubro de 2024
Revisar os marcos
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En la alcoba del sultán (Javier Rebollo, 2024) |
xoves, 3 de outubro de 2024
O cinema sonoro na Coruña
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El Orzán, 18 de xuño de 1930. |
martes, 1 de outubro de 2024
Un viaje por la noche que no es noche
Un juego de mesa nos invita a conocer mejor los efectos negativos de la luz artificial en la naturaleza.
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Versión galega do taboleiro de xogo. |
Martin Pawley. Artigo publicado orixinalmente na sección "La noche es necesaria" da Revista Astronomía, número 304, outubro de 2024.
venres, 13 de setembro de 2024
Escritos sobre cinema de Agustín Fernández Paz
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Agustín Fernández Paz. Imaxe tomada do seu sitio web. |
Non é descoñecido o amor polo cinema de Agustín Fernández Paz, que se fixo explícito nun dos seus libros capitais, Fantasmas de luz, e antes nun conto longo, Amor dos quince anos, Marilyn. A súa cinefilia comezou na infancia e mocidade co Cine Villalbés como primeiro escenario, un espazo de “educación sentimental” e “descubrimento do mundo” que “axudaba a esquecer por unhas horas unha realidade dura e difícil”, a Galiza dos anos 50, “e facía máis doado soportala”. Iso contou nun fermoso texto, O Cine Villalbés, redactado para as “Festas de San Ramón” da súa vila e agora recollido no volume O rastro que deixamos. Recordaba tamén aí a que vén sendo a súa verdadeira “primeira vez”, o día en que un veciño, acomodador da sala, o levou a unha proxección d’A illa do tesouro de Byron Haskin.
“Supoño que nunca poderei esquecer o que para min supuxo contemplar aquelas imaxes, mergullarme naquela historia que estaba a ocorrer na pantalla, a tan pouca distancia de min, e que me quedou gravada para sempre. Miña nai tenme comentado que me brillaban os ollos dun xeito moi especial cando o noso veciño me levou de volta á casa. E non era de estrañar, penso agora, xa que aquel día acababa de descubrir a que sería unha das paixóns da miña vida. Porque o cine, e tamén os libros, son os responsables de que eu hoxe dedique unha parte do meu tempo a este oficio de inventar vidas e historias por medio das palabras”.O Agustín escritor foi, ante todo, un lector e un espectador de cinema plenamente consciente. Un cinéfilo que se foi formando como tal vendo filmes mais tamén devorando revistas e libros, da colección de Film Ideal que había na biblioteca da Laboral de Xixón aos exemplares de Nuestro cine que mercaría el anos despois (...)
xoves, 12 de setembro de 2024
Plácido Romero, na miña memoria
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Autor da imaxe: Xesús Fariñas [La Región] |
venres, 6 de setembro de 2024
Maroun regresa a Beirut
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Maroun regresa a Beirut (Feyrouz Serhal, 2024) |
domingo, 1 de setembro de 2024
Una oportunidad histórica
El Reglamento de Restauración de la Naturaleza abre la vía para proteger los ecosistemas de la contaminación lumínica.
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Fotograma de Night Colonies (Apichatpong Weerasethakul, 2021) |
El 17 de junio de 2024 el Consejo de la Unión Europea adoptó formalmente el Reglamento de Restauración de la Naturaleza que había aprobado en febrero el Parlamento Europeo por mayoría absoluta. La aceptación final por parte del Consejo fue más tortuosa de lo esperado, después de que en marzo Hungría se sumase al grupo de países opuestos a su aplicación. La apuesta casi solsticial por el «sí» de la ministra de Medio Ambiente de Austria, Leonore Gewessler, contra la posición de sus socios de gobierno conservadores, facilitó la mayoría cualificada que se exige para la ratificación de leyes, un mínimo de un 55% de países que sumen un 65% de la población. Bélgica se abstuvo, se mantuvieron en el «no» Finlandia, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia y Suecia y votaron a favor los representantes de los demás países, Alemania, Bulgaria, Chipre, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Francia, Grecia, Irlanda, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Portugal, República Checa y Rumanía.
La normativa, directamente aplicable en todos los estados miembros a partir de su publicación en el Diario Oficial, exige la adopción de medidas para restaurar «conjuntamente» al menos el 20 % de los ecosistemas terrestres y marítimos de la UE de aquí a 2030, con prioridad hasta ese año para los espacios Natura 2000. Deberán restablecerse al menos un 60 % de los hábitats en mal estado en 2040 y al menos un 90 % en 2050. El texto muestra una especial preocupación por la pérdida de polinizadores –«una de cada tres especies de abejas y mariposas está disminuyendo, y una de cada diez especies está al borde de la extinción»– y defiende su decisivo papel en el bienestar humano y la seguridad alimentaria, hasta el punto de evaluar que cada año 5000 millones de euros de la producción agrícola comunitaria se deben directamente a los insectos.
El Reglamento se hace eco de la contaminación lumínica. «Las pruebas científicas sugieren que la luz artificial perjudica a la biodiversidad y también puede afectar a la salud humana», nos dice, para añadir que al elaborar sus obligados planes nacionales de restauración «los Estados miembros deben poder considerar la posibilidad de detener, reducir o corregir la contaminación lumínica en todos los ecosistemas». El anexo VII, que recopila una lista de medidas posibles de restauración, habla de «detener, reducir o corregir» diversos contaminantes, incluida «la luz en todos los ecosistemas». Podía ser mejor, sin duda; no obliga a nada, es cierto, pero es igualmente cierto que tampoco impide nada y su sola mención es fundamental: es mucho más de lo que teníamos antes. Es una oportunidad histórica para exigir la protección de los ecosistemas ante los efectos la luz artificial por la noche. No se trata solo de frenar, cuánto antes, el crecimiento global de la iluminación, sino de revertir la situación hasta que esos ecosistemas recuperen los niveles de oscuridad natural que son necesarios para su propia subsistencia. Nos toca decidir qué queremos. La ley, por una vez, puede jugar a nuestro favor.
Martin Pawley. Artigo publicado na sección "La noche es necesaria" da Revista Astronomía, número 303, setembro de 2024.