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Fundada en Francia en 1948, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza agrupa hoy a más de 1400 organizaciones de 170 países, entre las que hay organismos y agencias gubernamentales (incluidos no pocos ministerios, entre ellos el español para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico), ONG internacionales (desde la National Geographic Society al World Wide Fund for Nature), ONG locales (como Ecologistas en Acción o SEO/BirdLife), organizaciones de pueblos indígenas o instituciones académicas y científicas. Sus seis comisiones de trabajo se benefician del conocimiento de una amplia red formada por 18 000 personas que asesoran en el diseño de políticas para la conservación de la naturaleza y su protección frente a las actividades humanas.
A lo largo de su historia la IUCN fue reorientando sus líneas de actuación a medida que cambiaban, también, los focos de preocupación. En sus primeros años lo que tocaba era concienciar sobre la importancia de los estudios de impacto ambiental y divulgar el peligro de los pesticidas. En 1964 nació la
tristemente famosa Lista Roja de Especies Amenazadas, que sigue siendo la referencia para conocer los riesgos de extinción. En los 70 y 80 la unión promovió la firma de importantes acuerdos internacionales, como el convenio CITES sobre comercio de especies amenazadas de flora y fauna silvestre, y contribuyó a la publicación de los documentos pioneros Estrategia Mundial para la Conservación (1980) y Cuidar la Tierra (1991), que fue una guía para la Cumbre de la Tierra celebrada el año siguiente en Río de Janeiro. Su creciente influencia hizo que en 1999 la Asamblea General de las Naciones Unidas le reconociese
estatus oficial como observadora.
Resultado da moción 84 |
Aunque no tiene capacidad ejecutiva, el mensaje de la IUCN es escuchado con mucha atención. En septiembre celebró en Marsella su congreso mundial y la contaminación lumínica entró por fin en el debate. Promovida entre otras entidades por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Desarrollo Internacional de Francia, la moción 84, Taking action to reduce light pollution, «Tomar medidas para re-
ducir la contaminación lumínica», fue sometida a la aprobación del plenario y salió adelante por una
aplastante mayoría. La moción reconoce el constante incremento de la contaminación lumínica (entre un 2 y un 6 % anual) y su impacto en gran variedad de seres vivos y ecosistemas, de modo que insta a desarrollar programas que expliquen los daños ambientales provocados por la luz artificial. Anima, además, a la eliminación de puntos de luz innecesarios y a reducir en general la iluminación lo más posible, evitando cualquier forma de sobreiluminación y minimizando los tiempos de uso. De forma específica urge a no iluminar espacios naturales y a «identificar, preservar y restaurar infraestructuras naturalmente oscuras» para facilitar la conservación de espacios nocturnos en buen estado y ricos en especies. Un texto modélico que puede leerse completo en el sitio web iucncongress2020.org/motion/084.
Martin Pawley. Artigo publicado na sección «La noche es necesaria» da Revista Astronomía, nº 269, novembro de 2021.