AQUARIUS (Kleber Mendonça Filho, 2016). Los breves flashes que casi al principio de la película evocan la juventud (sexual) de un personaje me parecen una de las proezas cinematográficas del año. No se puede decir más con menos.
ELLE (Paul Verhoeven, 2016). Un placer por su gozosa desvergüenza, que remite a su anterior trabajo, menos aplaudido de lo que debería, STEEKSPEL (2012).
O ORNITÓLOGO (João Pedro Rodrigues, 2016). La película más libre y exuberante, también la más generosa para un espectador atento.
PATERSON (Jim Jarmusch, 2016). Cuando hay tantos filmes que gritan, se agradece uno que habla en voz baja. Es, además, uno de los mejores retratos del proceso de creación (literario en este caso) visto en una pantalla.
TONI ERDMANN (Maren Ade, 2016). Tragicomedia política y familiar a la vez: trata de un padre empeñado en salvar a su hija y de la urgente necesidad de salvarnos a todos de los horrores del capitalismo sin control. Deberían estudiarla todos los Ken Loach del mundo.
Siento que es una lista muy obvia, pero es que ¡cinco películas son tan pocas!
Fuera de catálogo: la mejor película que he visto en 2016 es de hace cincuenta años, THE ART OF VISION de Stan Brakhage, que es como un curso para aprender a mirar.
Vivimos rodeados de ruido, vulgaridad y pensamiento blando, en todos los campos, de la política a la cultura. Por eso es útil escuchar a Herzog y/o al genial manipulador Adam Curtis y su advertencia sobre las redes sociales y la fascinación acrítica ante lo que simula ser progreso. La renuncia al pensamiento crítico equivale a entregarse a la fe (en Dios, en Alá, en Wall Street, en el futuro) y eso jamás en la historia de la humanidad ha sido provechoso. Hace falta más pensamiento científico, también para pensar el cine.
Ópera prima
En una época en que los medios digitales ponen (casi) al alcance de cualquiera hacer una obra audiovisual, ¿a qué le debemos llamar “ópera prima”? Me quedo con el primer largometraje de alguien que antes hizo varios cortos (que no conozco), Ross Lipman. Su fascinante ensayo NOTFILM (2015) es un modelo a imitar en el tratamiento del cine desde el cine.
Película de mi país
«A minha pátria é a língua portuguesa». Hago mía la frase de Pessoa: mi patria es la lengua (gallego)portuguesa. Y a esa patria pertenecen dos películas ya citadas, AQUARIUS y O ORNITÓLOGO. Añado otras. En Galicia y en gallego el corto A LIÑA POLÍTICA de Santos Díaz, con una pareja de intérpretes en estado de gracia, María Vázquez y Xosé Barato. CARTAS DA GUERRA de Ivo Ferreira, bellísimo acercamiento a una herida aún reciente -la guerra en Angola- a través de las cartas que escribió uno de los mejores escritores en lengua portuguesa, António Lobo Antunes. La memoria de la guerra se extiende en el tiempo y el espacio y lo contamina todo, como refleja de forma sensacional el corto portugués de animación ESTILHAÇOS de José Miguel Ribeiro. Casi sin palabras, una de las mejores películas de 2016 es otro corto, ASCENÇAO, obra de emocionante madurez de un cineasta joven, Pedro Peralta.
Concluyo con una impresionante experiencia cinematográfica que no es una película: la exposición con la que llenaron João Pedro Rodrigues y João Rui Guerra da Mata la Galería Solar de Vila do Conde este verano. Y en particular una instalación, la que recoge el casting de Ricardo Meneses, protagonista de O FANTASMA.
Martin Pawley. Pode consultarse a votación completa e todas as listaxes e textos individuais no imprescindíbel sitio web do promotor da iniciativa, o crítico arxentino Roger Koza.
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