SIN ALIENTO, nº 5 | Nadav Lapid no solo presenta The Kindergarten Teacher en la Competencia Internacional: también trajo Why?, un poderosísimo corto de cinco minutos. Nuestro amigo gallego, Martin Pawley, entrevistó al director de la ex campeona del Bafici Policeman antes de su nuevo desembarco en el Festival.
El corto surge de un proyecto abierto de “cartas de amor al cine”. ¿Por qué decidiste convertir tu carta en un homenaje a Teorema, de Pasolini? ¿Hay, como en The Kindergarten Teacher, algo de autobiográfico en este corto?
La primera vez que vi Teorema quedé conmocionado. En esa época vivía en París, acababa de terminar el servicio militar en Israel... era un tiempo de extrañeza existencial, me conmovía fácilmente, y fue entonces cuando descubrí el cine. Dos meses antes de que me convocaran a participar en este proyecto de las cartas de amor, había recibido un email del editor en jefe de Cahiers du Cinéma. Estaban preparando un especial para su número 700 y les pedían a directores de todo el mundo que eligieran una imagen que los hubiera conmovido, que los hubiera sacudido, que los hubiera hecho temblar. Y yo había elegido esta imagen inolvidable de Teorema, agregando la descripción de la primera vez que vi el film y la enorme influencia que tuvo sobre mí, una linda historia que además es cierta. Cuando me pidieron que forme parte del proyecto de las cartas de amor, estaba viajando muchísimo con The Kindergarten Teacher. Tenía poco tiempo, así que me decidí enseguida por una suerte de improvisación acerca de la realidad. Y recordé que un amigo, un cineasta israelí mayor que yo, me había contado una anécdota divertida. Años atrás había ido a ver Teorema, y la sala estaba sorprendentemente repleta de soldados de licencia. Se dio cuenta de que a la película la publicitaban como una especie de film de sexo/erótico provocativo para atraer espectadores y los soldados, todos excitados, llenaban el cine. Y luego, por supuesto: desilusión total frente a esta compleja obra de arte. Al final uno de los soldados se paró delante de las butacas y gritó: ¡¿por qué?! Fue fácil entender que las dos historias podían conectarse y que hay mucho qué pensar, mucha sustancia escondida detrás de ambas. El único problema era conseguir el permiso del director para usar su anécdota. Lo llamé y respondió que, aunque siempre lo cuenta como si hubiese estado ahí entre el público, en realidad no fue así: se lo contó el crítico más famoso de Israel y como es más elegante, más vívido, más creíble cuando dice que lo vio con sus propios ojos, se tomó esa pequeña licencia. La conclusión es que no hay que creerles a los cineastas que cuentan buenas historias.
En todas tus películas es muy importante la tensión entre el individuo y el grupo. El grupo nos hace sentir cómodos, de alguna forma nos evita pensar. Pero tus personajes acaban encontrando algo que los sacude, los arranca de esa comodidad y hace que se cuestionen su mundo (la acción policial al final de Policeman, el encuentro con un niño poeta en The Kindergarten Teacher, el visionado de Teorema en Why?). ¿Podés comentarnos algo al respecto?
Alguien me dijo que Why? contenía a la vez, en cierto modo, a Policeman y The Kindergarten Teacher. La capacidad o incapacidad del individuo para existir fuera y en oposición a su grupo social, y la capacidad del arte para hacernos temblar, para cambiar nuestras vidas, y al mismo tiempo la capacidad de la vasta mayoría de la gente para ignorarlo completamente. En un sentido, es el gran poder y la gran debilidad del arte, o al menos de cierto arte: el no-explícito, extraño, arbitrario, poco convencional, inarmónico. Un arte desagradecido que se niega a dar respuestas. El tipo puede gritar ¡¿por qué?! toda su vida, pero Teorema se va a seguir negando a contestar. La única respuesta es el grito todavía más potente del padre en el desierto, ¿el grito del sinsentido?
Otro asunto presente en tus películas es la atracción por el ejército, el sometimiento a una disciplina. Al recordar su paso por el ejército, el protagonista de Why? afirma que le encantaba ser soldado, que era divertido, “buscaba aventuras” y que le gustaba pegar tiros. Si no me equivoco, tú mismo has dicho cosas parecidas de tu servicio militar. Alrededor de eso explota otra clase de tensión o de conflicto: la disciplina y el orden frente a la sensibilidad y la creatividad. ¿Piensas que eso es algo particularmente característico de la sociedad israelí?
Por supuesto que el ejército tiene un enorme peso en Israel. Son al menos tres años (yo estuve tres y medio), años tremendamente intensos, en que uno es joven y al mismo tiempo ya adulto... No se puede minimizar la influencia y el drama de esos años. Se trata de una experiencia colectiva nacional. Todos pasan por eso. Uno participa del alma nacional del Estado. Y te preparan para el ejército desde muy joven: yo pensaba en mi servicio militar desde los cinco años. Y después de que se acaba está el servicio de reserva: un mes al año hasta los 40. En mi opinión, hay un enorme cliché en cuanto a cómo se representa esa experiencia en el cine, en el arte, incluso en los medios. Y empeora cuando se representa para el mundo exterior, para Europa, Estados Unidos, etc. A todos les gusta el soldado torturado. A todos les gusta hablar del sufrimiento y esa figura romántica del soldado que va a la guerra con tristeza y dolor. También es, claro, una forma de limpiar tu consciencia. Pero recuerdo un montón de momentos divertidos, grandiosos, de alegría, un montón de sonrisas y hasta de mi propia sonrisa. El ejército no fue tan malo, lo cual en cierto sentido lo vuelve más aterrador.
Las transformaciones tecnológicas están muy presentes en este corto. Al principio hay una referencia a una hipotética desaparición de la edición en papel de Cahiers du Cinéma en favor de una edición únicamente en Internet, lo que podría ser “un fin” o quizás “un principio”. En la secuencia final la captura de la imagen es totalmente digital, te recreas en cómo el personaje detiene con el mando a distancia el visionado de Teorema en el plano concreto que necesita y lo graba con el móvil. ¿Cuál es tu relación con las nuevas tecnologías?
Cuando me pidieron escribir una carta de amor al cine, imaginé de inmediato un montón de cortos nostálgicos, una serie de duplicados cortos de Cinema Paradiso con algo de falsos y anacrónicos. Sentí que la única razón para participar y escribir esta carta era hablar del presente, del estado actual del cine. Si uno ama al cine, al menos cierto tipo de cine, debería amarlo tal como es ahora y no solo en sus mejores momentos: sin esperanzas concretas de mejorar en el futuro cercano, menos masivo, con menos sentido, menos importante para la mayoría de la gente, derrotado por la cultura de masas, los realities, las peores películas populares y los burócratas aburridos que dominan la industria. No soy para nada nostálgico, soy muy fanático de la cultura digital; sobre todo, defiendo al presente porque siempre es más poderoso e interesante que el pasado. Pero si se ama al cine, como en cualquier otro tipo de amor, debe amárselo con sus fallas y en este lánguido estado actual. Está claro que cierto cine, nuestro cine, está agonizando, dentro de una pantalla de celular.
Es un corto muy breve y conciso, y eso nace en buena parte de su muy ágil montaje. Llama la atención por su precisión extrema: el perfecto equilibrio entre los tres tiempos del corto (la llamada, el recuerdo, la captura de la imagen), entre las imágenes filmadas y las que proceden de la película de Pasolini... Se da la circunstancia de que la montadora habitual de tus películas es tu madre, Era Lapid. ¿Cómo fue el trabajo conjunto para lograr esa edición final tan ajustada?
Bueno, en realidad, mi editora, mi madre, se merece casi todo el crédito aquí. Yo estuve como jurado en algún lugar de Rusia durante la mayor parte del montaje y solo podía enviarle comentarios sobre los primeros armados del corto que me mandaba ella. Como dijiste, se trataba de editar en un sentido profundo entre los distintos tiempos, entre las imágenes del film y las de Pasolini; de editar el sonido entre el réquiem y la canción que bailan los soldados... Para mí, Era es una editora cruda y sincera, con lo que quiero decir que intenta excavar en los materiales, purificarlos para crear, para encontrar la dimensión básica, frontal, directa, primitiva. La primera y más antigua pregunta: ¿por qué?
Martin Pawley. Entrevista publicada no número 5 de SIN ALIENTO, xornal do BAFICI (redacción: Daniel Alaniz, Montse Callao Escalada, Maia Debowicz, Javier Diz, Juan Manuel Domínguez e Agustín Masaedo). Pode descargarse en PDF nesta ligazón. Agradecemento eterno a Agustín Masaedo pola proposta de entrevista a distancia e por darlle a forma final que ten.
Why? (Nadav Lapid, 2014) + Llamas de nitrato (Mirko Stopar) en #BAFICI2015:
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