luns, 21 de maio de 2012

Cannes, 1: Marion Cotillard brilla como domadora de orcas en Rust and bone, de Jacques Audiard

Moonrise Kingdom, cuento naïf de Wes Anderson para la gala de inauguración

por José Luis Losa.

La foto de Marilyn Monroe soplando las velas de una tarta, en el cincuentenario de su desaparición, preside el cartel oficial de esta 65ª edición del festival de Cannes. Y bastantes más de esos 65 años tienen a sus espaldas algunos de los nombres que acaparan las mayores expectativas artísticas del certamen: a falta de algunos de los “galácticos” que se reunieron en la conjunción astral de la pasada edición (Malick, Von Trier, Almodóvar o Kaurismaki), el festival francés parece apostar esta vez por la veteranía grandilocuente de vacas sagradas como Alain Resnais, que cumplirá los 90 años en un par de semanas, Abbas Kiarostami, quien presentará un film rodado en Japón, David Cronenberg, cuya adaptación de la novela fundacional Cosmópolis, de Don DeLillo, es de lo más esperado del certamen, y el retorno de Bernardo Bertolucci con Me and You, tras la despiadada enfermedad ósea que le ha tenido durante 10 años casi inválido.

Además, la sección oficial reúne hasta a cuatro directores que ya saben lo que es ganar una Palma de Oro: el británico Ken Loach, el austriaco Michael Haneke, que vuelve a dirigir a Isabelle Huppert, el rumano Cristian Mungiu y el thailandés Apichatpong Wheerasetakul. Por ese premio compite también la plasmación largo tiempo demorada del On the road, de Jack Kerouac, en una producción de Coppola que dirige Walter Salles.

El festival vino a coincidir en su inauguración con el Día 1 de la Era Hollande en el Elíseo. Y no crean que es algo anecdótico. El pasado año, la película de inauguración fue el Midnight in Paris de Woody Allen, que metía con calzador en un papelito a Carla Bruni, para justificar su presencia en la alfombra roja de la Croisette. El film de apertura de este mayo francés es Moonrise Kingdom, el reinado del claro de luna de un verdadero “lunático” como Wes Anderson, director norteamericano autor de locuras como Life Aquatic, Los Tennenbaum o El Fantástico Sr. Fox, mientras Carla Bruni busca piso desde el mismo miércoles.

Moonrise Kingdom como todo el cine de Anderson, se mueve entre el desfase onírico y el cuento naïf. En él se revuelven Bill Murray, Bruce Willis, Harvey Keitel, Frances McDormand, Tilda Swinton o Edward Norton, como acompañantes de los verdaderos protagonistas, los “locos bajitos”, la tribu de boy scouts a la busca de un niño perdido. Con su falso candor y su formato de cuentecito disparatado, a Moonrise Kingdom parece quedarle grande el papel de película inaugural en Cannes.



Y ya ha surgido en la competición una obra que le ha robado el protagonismo. Rust and Bone es la nueva apuesta fuerte del francés Jacques Audiard, premiado en el festival hace tres años con Un profeta. Audiard, nada amigo de las medias tintas, nos ofrece una historia de amor “mas fuerte que la vida”, en la que Marion Cotillard encarna a una adiestradora de orcas cuyo cuerpo es mutilado por uno de esos cetáceos, hasta dejarla en una silla de ruedas. Pero no esperen un convencional drama de superación porque Audiard agita sin tregua las aguas en las que nadan sus personajes en busca de redención. Por encima de la desigualdad del resultado, me atrapa ese talento singular, raro, evanescente, de la Cotillard, capaz de dotar del halo de irrealidad que precisa su personaje de maga en este Rust and bone con el cual Audiard retorna con fuerza a Cannes.

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