luns, 21 de maio de 2012

Cannes 3: John Hillcoat brinda por la violencia de la Ley Seca en Lawless

El rumano Christian Mungiu practica un exorcismo en la estimulante Beyond the Hills

por José Luis Losa

Es verdad que esta 65ª edición de Cannes tarda en tomar velocidad de crucero. Y que de lo que más se ha hablado en estos cuatro días ha sido de la amputación de piernas de Marion Cotillard en la película de Jacques Audiard, y de la orgía en Kenia del film del austriaco Ulrich Siedl. A falta de que a partir del lunes comience a asomar la parte del león del certamen (Haneke, Cronenberg, Bertolucci, Resnais, Kiarostami, Brad Pitt, Nicole Kidman…), el nivel de la competición subió en el fin de semana por dos frentes bien diversos: uno, el del cine autoral exigente del rumano Christian Mungiu con Beyond the hills, y el otro, el de la obra con aspiraciones en el mercado, la película de gangsters de John Hillcoat Lawless, que llega con ese refuerzo de la Sexta Flota llamado Harvey Weinstein, el malencarado productor de tantas milongas millonarias.



Christian Mungiu ganó hace seis años la Palma de Oro con Cuatro meses, tres semanas, dos días, y con ese triunfo visualizó el poder del cine rumano, que sigue cada año descubriéndonos talentos que no parecen tener fin. El pase en la competición de la nueva película de Mungiu, Dupa Dealuris (Beyond the hills) me deja descolocado por lo arriesgado de su propuesta, un ejercicio de cine complejísimo que nos introduce en el claustro de una secta de la religión ortodoxa que vive, en el momento actual, con un rigor propio de la Edad Media. En Dupa Dealuris se desarrolla un drama de calado, con la llegada al convento de la joven amante de una de las monjas, una tensión creciente, un exorcismo, una muerte non sancta… y todo ello contado como si de lo que se tratase es de dificultar al espectador sacar conclusiones, en un acto de exigencia que, paso a paso, sin desfallecer, da prueba del valor como creador de Christian Mungiu, que consigue dejarnos extenuados y en proceso de lenta digestión de una de esas obras que hay que dejar aposentar por su elevado peso específico.



Mucho más convencional pero para nada desdeñable es Lawless, el film de familia de gangsters en tiempo de la Ley Seca que dirige el australiano John Hillcoat, autor de The Road. Lawless, con su código de familia, tres hermanos como grupo salvaje elevado a enemigo público número uno, bebe de un leit-motiv del cine negro de los años treinta del siglo pasado. Y Hillcoat asume esa herencia con soltura y un punto de elegancia. Contada a partir del libro escrito por uno de los hermanos Bondurant, Lawless juega con finura su carta de poner el fiel de la balanza del lado del criminal elevado a mito popular, sin caer en excesivas trampas de un guión co-escrito por el polifacético Nick Cave, autor también de la banda sonora. Con un cuadro de personajes bien trabajado y un diseño artístico y visual que equilibra lo vintage con la modernidad, Lawless, se saborea como un plato genérico de toda la vida, el cine negro que honra a su pasado. Y a su solvencia contribuye su poderoso reparto, Shia Labeouf, Guy Pearce, y las últimamente ubícuas Jessica Chastain y Mia Wasikowska. Teniendo en cuenta que quien produce Lawless es el boss de productores Harvey Weinstein, el film puede sonar en el palmarés para casi todo, porque nunca se va de Cannes el “broncas” Weinstein sin la mochila cargada.

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