THE TREE OF LIFE, versión extendida de 189 minutos (Terrence Malick, 2011-2018). La mejor película que vi en 2011 es, también, la mejor que vi en 2018. El montaje alternativo con 50 minutos añadidos no altera ni traiciona la obra original pero sí la amplía en nuevas direcciones: el método narrativo -casi diría “científico”- de Malick se revela así más subyugante que nunca. ¡Esto sí que es explorar las posibilidades del relato!
Y ahora, en orden alfabético:
PHANTOM THREAD (Paul Thomas Anderson, 2017).
Menos incendiaria que THERE WILL BE BLOOD o THE MASTER, pero igual de brillante y traviesa. Ver y escuchar a Daniel Day-Lewis y Vicky Krieps es una fiesta para los ojos y oídos. En mi recuerdo quedará asociada a un admirado amigo que falleció este año, el escritor Xabier P. DoCampo: fue la última película vista en sala por la que compartimos fascinación.
SOBRE TUDO SOBRE NADA (Dídio Pestana, 2018).
Un film sobre el tiempo que pasa, sobre la necesidad de fijar las memorias, de recordar para comprender. Sobre descubrir y aceptar que somos la consecuencia de todo lo vivido, de las personas que siguen con nosotros y las que ya no están. Un debut hermoso y evocador, respetuoso y sereno.
★(Johann Lurf, 2017).
La película más cinéfila del año, con permiso de Godard (que juega en otra liga), y también la más “astrófila”. Como amante del cine y astrónomo aficionado, es evidente que esta película está hecha para mí.
TRANSIT (Christian Petzold, 2018).
Después de la sublime PHOENIX, una de las obras esenciales de lo que va de siglo, el alemán Christian Petzold vuelve a arriesgar y triunfar: otra vez el amor, las heridas del nazismo y los juegos de identidades pero ahora con una puesta en escena conceptual que liga pasado y presente. La presencia escénica de Franz Rogowski fortalece la audacísima propuesta.
Al margen de estas películas, una de las mejores experiencias fílmicas de 2018 fue visitar la exposición de Bill Viola “Vía Mística” en Cuenca, España. Es un espectáculo entrar en una iglesia desacralizada, la de San Miguel, y ver en una pantalla vertical de seis metros los cortos TRISTAN'S ASCENSION y FIRE WOMAN, y más allá EMERGENCE, inspirado en una Pietá del cuatrocentista Masolina, y luego el políptico de los mártires (EARTH, AIR, FIRE, WATER MARTYR). O THE MESSENGER, en otra iglesia, la de San Andrés. La acertada elección de los espacios expositivos dota de aún más potencia los vídeos del neoyorquino.
Ópera prima
Lo es SOBRE TUDO SOBRE NADA (Dídio Pestana, 2018), citada en mi lista general.
Otro debut muy estimable:
EL SILENCIO ES UN CUERPO QUE CAE de Agustina Comedi.
Película de mi país
Al igual que en años anteriores, me someto a la lógica de Pessoa para reafirmarme en que mi única patria es la lengua galegoportuguesa. De acuerdo a ese criterio, la mejor película de mi país (sic) es la de Dídio Pestana. Podría decir también MARIPHASA de Sandro Aguilar, que en sentido estricto es una película de 2018, pero yo la vi -con levísima diferencia respecto del montaje final- el año anterior y ya la incluí en su momento en mi internacional cinéfila. Debo añadir dos cortos sumamente valiosos: SARA F. de Miguel Fonseca y la última joya de Eugène Green, COMO FERNANDO PESSOA SALVOU PORTUGAL.
Martin Pawley. Pode consultarse a votación completa e todas as listaxes e textos individuais no imprescindíbel sitio web do promotor da iniciativa, o crítico arxentino Roger Koza.
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