Si para cualquier festival de cine cada año cumplido es una victoria, sumar treinta, como hizo en julio el
Curtas de Vila do Conde, suena a milagro. Un milagro trabajado por un equipo que genera un buen ambiente modélico y mima un cuidado programa de proyecciones, coloquios, conciertos y exposiciones. Entre los ciclos de esta edición tuvo especial interés el dedicado al francés
François Reichenbach, cuya obra, desde la más vocacionalmente amateur de los inicios alrededor del cuerpo y el deseo masculino (
Nus masculins,
Last Spring) hasta los documentales canónicos (
Un cœur gros comme ça o
L'Amérique insolite, candidata a la Palma de Oro el año de
La Dolce Vita), merece una difusión mucho mayor. La guinda de la fiesta de aniversario fue el estreno nacional de
Fogo-Fátuo, la fantasía musical de João Pedro Rodrigues que explora asuntos la butaca mientras intuye posibles hilos muy serios con gracia exultante y notable concisión (...)
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