Quen o ía dicir! Parece que todo xogaba na súa contra. A insularidade é quen de esnaquizar os sonos máis teimudos. Por iso todo o que está a ocorrer en Canarias hai que valoralo o dobre. Non cabe outra. Moito esforzo hai que facer para destacar elementos bastardos na súa xenealoxía. Mais nos desertos ou entre volcáns cincentos tamén medran tabaibas que reverdecen cunhas míseras pingas de choiva.
Canarias destaca por ser o grande escenario de filmes comercias que acoden á chamada dos descontos fiscais. Mais este cinema industrial afúndese no abuso e na intranscendencia. Os gobernantes, medios e empresas apoian este modelo mais son sabedores da incapacidade de consolidar nada; o star system amolece ao sol, os blockbusters impersoais sucédense, os convenios vulnéranse, unha cota de pantalla estatal con inflación, a televisión desenténdese, falta sinerxía entre administracións e, sobre todo, bótase en falta unha lei que poña concerto e normalice todo.
Mais un novo microclima emerxe nas Canarias. Un grupo de cineastas propoñen un novo modelo que aposta por un cinema onde se reflicte unha maior singularidade e diversidade cultural, afastado da interesada distorsión turística. Unha realidade agochada que se descobre empregando a liberdade da expresión cinematográfica. Esta converxencia hai que situala ao abeiro dos festivais, do xerme dexenerativo e provocador que hai case unha década enterrou o Festival de Las Palmas. Non obstante, no xardín onde sucedeu todo a planta autóctona tardou en agromar. Mais co coidado e o aloumiño do Foco Canario finalmente aconteceu: a planta medrou ambicionando acubillar hipotéticas afinidades con outras fisterras.
Moitos son os elementos e dinámicas que coinciden co que sucederon noutros sitios de España. Porén, parece que este novo xeito de facer e pensar o cinema canario deu cunha maior complicidade co contexto, como se se quixera aprender dos erros dos outros. Os festivais locais (Las Palmas, Miradasdoc, Muestra de Lanzarote, Festivalito) purran por eles, os seus éxitos recóllense nos medios e teñen diálogo fluído coas institucións. Mais as ficcións son enganosas. Todos saben que dependen só da súa creatividade, saben que o único que poderán argumentar é o seu traballo, o seu facer.
A primeira etapa do ciclo está andada. As curtametraxes dan conta dunha realidade, dun talento e dunhas miradas distintas. A atención que lle dedica Curtocircuito así o demostra. A lupa está posta. Todos ficamos expectantes ante o despegue canario. Mais somos esixentes e agardamos pola segunda fase da andaina: a realización de longametraxes. A traxectoria pode truncarse mais o único que deben facer é confiar na solidariedade entre eles e no atrevemento que se ve nas súas curtametraxes. Son as súas únicas garantías.
O que acontece en Canarias non está tan ao pairo como noutros sitios. Aos recambios nos cineastas tamén se produciu nos produtores. Todo fica máis autoconsciente deixando menos espazo á improvisación. O azar xoga un papel máis relativo. Parece que este novo cinema canario recubriuse dunha pátina onde esvara todo o que intenta menoscabalo. Unha atención e unha seguridade que permitirán aos ollos dar conta do imposible. San Borondón.
Xurxo González. Artigo escrito para o foco "Los Canarios" na edición 2016 de Curtocircuíto.
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La Piedra (Víctor Moreno, 2013) |
El arte se mueve por ciclos y se estratifica por lustros. El “otro cine” de España nunca hizo gala de unidad y sí de focos que coincidieron en un contexto determinado. El paso del tiempo es imparable y los tragaluces peninsulares perdieron fuerza y se convirtieron en chispas, pero no todo fue devorado por la devastación de la crisis y del olvido. La mirada nítida e ilusionada aún pervive pero hay que situarla más allá de espejos y de paralelos. Los alisios caprichosos llevaron la última esperanza a Canarias.
¡Quién lo iba a decir! Parece que todo jugaba en su contra. La insularidad es capaz de destrozar los sueños más pertinaces. Por eso todo lo que está ocurriendo en Canarias debe valorarse el doble. No cabe otra. Hay que hacer un gran esfuerzo para destacar elementos bastardos en su genealogía. Pero en los desiertos o entre volcanes cubiertos de cenizas también crecen tabaibas que reverdecen con unas míseras gotas de agua.
Canarias destaca por ser el gran escenario de películas comerciales que acuden a la llamada de los descuentos fiscales. Pero este cine industrial se hunde en el abuso y en la intrascendencia. Los gobernantes, medios y empresas apoyan este modelo pero son conscientes de la incapacidad de consolidar nada; el star system se reblandece al sol, los blockbusters impersonales se suceden, los convenios se vulneran, una cuota de pantalla estatal con inflación, la televisión se desentiende, falta sinergia entre administraciones y, sobre todo, se echa de menos una ley que ponga concierto y normalice todo.
Pero un nuevo microclima emerge en las Canarias. Un grupo de cineastas proponen un nuevo modelo que apuesta por un cine donde se refleje una mayor singularidad y diversidad cultural, alejado de la interesada distorsión turística. Una realidad escondida que se descubre empleando la libertad de la expresión cinematográfica. Esta convergencia ha de situarse al amparo de los festivales, del germen degenerativo y provocador que hace casi una década enterró el Festival de Las Palmas. No obstante, en el jardín donde sucedió todo, la planta autóctona tardó en brotar. Pero con el cuidado y el mimo del Foco Canario finalmente sucedió: la planta creció ambicionando abrigar hipotéticas afinidades con otros finisterres.
Muchos son los elementos y dinámicas que coinciden con lo que sucedió en otros sitios de España. Sin embargo, parece que este nueva manera de hacer y pensar el cine canario encontró una mayor complicidad con el contexto, como si se quisiera aprender de los errores de los otros. Los festivales locales (Las Palmas, Miradasdoc, Muestra de Lanzarote, Festivalito) luchan por ellos, sus éxitos se recogen en los medios y tienen diálogo fluido con las instituciones. Pero las ficciones son engañosas. Todos saben que dependen solo de su creatividad, saben que lo único que podrán argumentar es su trabajo, su labor.
La primera etapa del ciclo está andada. Los cortometrajes son el reflejo de una realidad, de un talento y de unas miradas distintas. La atención que le dedica Curtocircuíto así lo demuestra. La lupa está puesta. Todos estamos expectantes ante el despegue canario. Pero somos exigentes y esperamos la segunda fase de la andadura: la realización de largometrajes. La trayectoria se puede truncar pero lo único que deben hacer es confiar en la solidaridad entre ellos y en el atrevimiento que se ve en sus cortometrajes. Son sus únicas garantías.
Lo que ocurre en Canarias no está tan a la deriva como en otros sitios. El recambio en los cineastas también se produjo en los productores. Todo permanece más autoconsciente dejando menos espacio a la improvisación. El azar juega un papel más relativo. Parece que este nuevo cine canario se recubrió de una pátina donde resbala todo lo que intenta menoscabarlo. Una atención y una seguridad que permitirán a los ojos presenciar lo imposible. San Borondón.
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