mércores, 14 de setembro de 2011

Cortos en Vila do Conde



El festival de cortos de Vila do Conde cumplirá en 2012 veinte años y lo festejará homenajeando a Stanley Kubrick y uniendo fuerzas con Guimarães, capital europea de la cultura que invertirá abundante dinero en la producción de películas, incluidas obras creadas para la ocasión por Godard o Erice. Un aniversario de lujo que servirá para hacer (aún más) explícita la solidez de un certamen que aúna el respaldo del público -más de veinte mil espectadores- y de la crítica gracias a una programación valiente que explora lo mejor de la producción mundial. El modélico palmarés de la edición celebrada el pasado mes de julio sirve de prueba. La gran vencedora fue la fascinante Boro in the box de Bertrand Mandico, que se toma su tiempo -40 minutos- para elaborar con poética crueldad un retrato del cineasta polaco Walerian Borowczyk, célebre en los 70 por filmes como La bestia. El trabajo de Mandico, con una impecable fotografía en blanco y negro, participó en la Quincena de Realizadores 2011; en esa misma sección cannoise pero doce meses antes se vio otro corto largo, Petit tailleur de Louis Garrel, premio a la mejor ficción para un relato de amores encadenados tan elegante como inofensivo. El mejor documental fue Get out of the car, nueva sinfonía urbana del profesor Thom Andersen, miembro a la vez del jurado experimental que reconoció la trayectoria de Ken Jacobs a través de The Pushcarts Leave Eternity Street, prototípico ejercicio de trituración de imágenes de cine primitivo. El premio de animación fue para In a pig's eye, buena demostración del desconcertante universo del japonés Atsushi Wada.




El joven Gabriel Abrantes, considerado en Portugal una figura a seguir, presentó Fratelli, codirigida por Alexandre Melo, poco más que un divertimento entre amigos a partir de un clásico de Shakespeare, La fierecilla domada. La atención y los premios recayeron en consecuencia en el maestro Pedro Costa con O nosso homem, visión fantasmal de los marginados por el sistema que remonta dos piezas anteriores, Tarrafal y A caça ao coelho com pau. El verdadero prodigio estaba fuera de concurso: Alvorada vermelha, obra superior de João Pedro Rodrigues y João Rui Guerra da Mata que documenta con hipnótica y sangrienta belleza una mañana en un mercado de Macao.

Martin Pawley. Publicado no número 48 (setembro de 2011) de Cahiers du Cinema - España

Ningún comentario:

Publicar un comentario