sábado, 1 de marzo de 2025

La paradoja de Jevons

Un sistema económico que tenga como dogma único el crecimiento perpetuo es incompatible con la salud del planeta.

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En el libro The Coal Question, publicado en 1865, el economista y lógico inglés William Stanley Jevons analizó la sostenibilidad de la producción energética. Puesto que la cantidad de carbón era finita y su demanda crecía exponencialmente, antes o después las necesidades de consumo chocarían con la disponibilidad total del combustible y eso, de forma inevitable, pondría un freno al progreso. Ante tal evidencia surgía la hipótesis de un uso más eficiente de los recursos que dilate ese agotamiento sine die, una típica solución mágica del industrialismo que Jevons niega al formular la paradoja que ahora lleva su nombre: si, por ejemplo, se aprovecha mejor el carbón en un alto horno, aumentarán los beneficios, se atraerá nuevo capital, el precio del hierro fundido bajará pero crecerá su demanda «y,con el tiempo, el mayor número de hornos compensará con creces el menor consumo de cada uno de ellos». Esto valía para cualquier ámbito económico: «el progreso de cualquier rama de fabricación estimula una nueva actividad en la mayoría de las otras ramas, y conduce indirectamente, si no directamente, a mayores incursiones en nuestras vetas de carbón».

En uno de los diálogos del libro que tratamos en esta sección el mes pasado, La Tierra exhausta, Egidio, uno de los personajes inventados por Joaquim Sempere, explica las consecuencias de este «efecto rebote» utilizando el ejemplo de la iluminación. Si se inventan unas luces eléctricas que con el mismo gasto de energía iluminan diez veces más, puede ser motivo de celebración porque nos permiten gastar diez veces menos energía, pero tam-bién «podemos caer en la tentación de multiplicar por diez la iluminación sabiendo que vamos a gastar la misma electricidad que antes». Es, de hecho, lo que hemos experimentado en los últimos quince años con la generalización del LED. «Obtener materiales más eficientes por unidad de masa solo contribuye a la sostenibilidad si la economía no crece. En cambio, si la ciencia de los materiales se pone al servicio del impulso capitalista a crecer sin límite, servirá para introducir nuevas líneas de producción y ampliar indefinidamente los negocios, y el potencial de la ciencia de los materiales para hacer frente a la escasez de materiales se irá al garete.»

«¿Tendremos materias primas minerales suficientes para desplegar una transición energética al alcance de todos los habitantes de la Tierra?», se pregunta en una carta Julia, la voz fundamental del libro, la que sugiere «imitar a la naturaleza» en favor de un sistema industrial y agroalimentario que funcione con energías renovables y con materiales constantemente reciclados. «El principio debe ser suficiencia y autocontención, y en ningún caso crecimiento. Y como en el capitalismo lo que cuenta es el incremento del valor de cambio, ninguna innovación deja de empujar a seguir creciendo. Nunca se dice ya hemos llegado, siempre hay que seguir adelante… aunque avanzar ya no aporte ninguna mejora humana real o empeore el estado de la biosfera. Mientras el capitalismo no sea sustituido por una economía estacionaria de las necesidades vinculada a la sostenibilidad ambiental, no nos salvará ni la ciencia de materiales ni nada.» Amén.

Martin Pawley. Artigo publicado na sección "La noche es necesaria" da Revista Astronomía, número 309, marzo de 2025.

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