domingo, 1 de xuño de 2025

Los buenos vecinos

El apagón del 28 de abril nos redescubrió cielos perdidos y las fragilidades de un sistema que creemos absurdamente infalible. 

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Fotograma de Playtime (Jacques Tati, 1967)

A las 4:30 de la madrugada del 17 de enero de 1994 un terremoto sacudió Los Ángeles y provocó numerosos daños materiales y humanos. El observatorio Griffith recibió esa noche muchas llamadas de personas que preguntaban por el «extraño cielo» que veían después del seísmo. En un reportaje para Los Angeles Times de enero de 2011 Rong-Gong Lin II se hacía eco de unas declaraciones de Ed Krupp, histórico director del observatorio: «Acabamos dándonos cuenta de lo que ocurría, el terremoto había cortado casi toda la electricidad y la gente salió corriendo y vio las estrellas. Las estrellas eran de hecho tan desconocidas que nos llamaban para preguntar qué había pasado.» No es raro encontrar referencias a la preocupación por una «gigantesca nube plateada» que resultaba ser la Vía Láctea; en una historia mil veces contada, a menudo de forma imprecisa y exagerada, la frontera entre los episodios reales y los adornados por la ficción o directamente inventados se vuelve siempre un poco difusa (...)

Martin Pawley. O artigo completo pode lerse na sección "La noche es necesaria" da Revista Astronomía, número 312, xuño de 2025. As persoas subscritoras poden acceder á revista no seu sitio web.

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