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En 2012 el Festival de Locarno programó en su impresionante Piazza Grande, un cine al aire libre en el que caben 8000 personas, el documental del veterano cineasta suizo Markus Imhoof More Than Honey, en España Mucho más que miel en su muy limitado estreno dos años después. De la película, que expone el rol decisivo de las abejas y el justificado miedo ante su desaparición, me impresionaron de forma especial dos cosas. Una de ellas
era la figura del «apicultor trashumante», que paseaba sus colmenas por Estados Unidos durante todo el año, de California para la temporada de almendras y cerezas en febrero a Washington para la polinización de manzanos y albaricoques en primavera, con traslado a Dakota del Norte para producir miel en verano y regreso de las colonias hacia el oeste en octubre. Los camiones recorrían miles de kilómetros con su carga de obreras, nunca mejor dicho: el empresario cobra cientos de miles de dólares por alquilar los servicios de sus trabajadoras para polinizar, por ejemplo, los almendros cuyos frutos comemos luego aquí. Sean humanos o himenópteros, el capitalismo siempre encuentra cuerpos de los que extraer beneficio.
La otra escena del documental que se me quedó grabada, aún más inquietante, era la de las regiones de China sin apenas abejas. Para que tenga lugar la polinización es necesario el trabajo manual de muchas personas que pintan con polen cada flor, una a una. No hay dudas sobre la pobre eficiencia del método, pero tampoco hay alternativa una vez que hemos destruido el recurso ecológico original.
El Manifiesto por la oscuridad de Johan Eklöf, editado por Rosamerón, se hace eco de esa imagen distópica del esfuerzo humano en favor de la reproducción vegetal: «No sabemos si en el futuro nuestras oficinas de empleo contratarán a polinizadores profesionales para los cultivos, pero lo indudable es que, a medida que el número de insectos se reduzca, la humanidad se verá afectada». El autor es doctor en zoología, así que no sorprende que su muy bien documentado libro dedique la mayoría de las páginas al impacto de la contaminación lumínica
en el reino animal, con insectos, aves y murciélagos –sobre los que Eklöf es especialista– como víctimas obvias, pero no únicas. «Dos veces al día», recuerda, «tiene lugar la migración más grande del planeta. Plancton, crustáceos, moluscos, pequeños peces y una miríada de organismos viajan entre las aguas oscuras de las profundidades del océano y las más claras de la superficie. Esto sucede no solo en los océanos, sino también en los lagos: cada noche, millones de animales emergen hacia las aguas superficiales para luego
sumergirse lentamente al amanecer». Las variaciones naturales diarias del nivel de luz inducen ese camino de ida y vuelta esencial en los ecosistemas a no ser, claro, que la iluminación artificial imponga sus erradas reglas. No se me ocurre libro más provechoso que este para que el Presidente del Gobierno y la Ministra de Transición Ecológica entretengan sus horas de descanso navideño.
Martin Pawley. Artigo publicado na sección "La noche es necesaria" da Revista Astronomía, número 294, decembro de 2023.
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