domingo, 31 de marzo de 2024

¿Se puede observar en los observatorios?

Una investigación reciente señala la notable pérdida de calidad de cielo en la mayoría de los observatorios profesionales.

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«La Unión Astronómica Internacional percibe con alarma los crecientes niveles de interferencia con las observaciones astronómicas que se derivan de la iluminación artificial del cielo nocturno, las emisiones de radio, la contaminación atmosférica y las operaciones de aeronaves sobre los observatorios. Por ello, la IAU solicita con urgencia que las autoridades civiles responsables tomen medidas para preservar los observatorios existentes y potenciales de tales interferencias.» Este texto no es de ahora: es parte de la Resolución 9 aprobada por la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional –IAU– que se celebró en Grenoble, Francia, en 1976, a propuesta de la Comisión 50 dedicada a la identificación y protección de los sitios de observación. Esta Comisión redactó más tarde un interesante informe que fijaba un aumento del 10 % sobre el nivel de brillo natural del cielo como límite máximo tolerable en circunstancias ideales, referido a longitudes de onda en el rango reconocible por el ojo humano (que el documento establece entre 300 y 1000 nm) y a media altura, a 45° sobre el horizonte. La Comisión proponía, además, aplicaciones prácticas para garantizar la necesaria oscuridad de los observatorios astronómicos, entre ellas tener en cuenta valores máximos para el flujo luminoso en pueblos cercanos a los centros científicos, la apuesta por lámparas menos lesivas para la calidad del cielo (con las de sodio de baja presión como modelo ideal), el uso de filtros para suprimir ciertas longitudes de onda y la instalación de sistemas de apantallamiento que evitasen el envío de luz en direcciones no deseables.

La mismísima Comisión Internacional de la Iluminación (CIE, de sus siglas en francés, Commission Internationale de l’Éclairage) asumió la preocupación de la IAU mediante una declaración institucional («Statement of the C.I.E. concerning protection of sites for astronomical observations»). Las personas responsables de las instalaciones de luz «deben estar familiarizadas con los detalles de este problema especial y con las medidas para aliviarlo», teniendo en cuenta que el impacto de la iluminación a grandes distancias no es desdeñable. «La CIE», concluían, «se ha comprometido a dar atención urgente a este problema y a dar una guía detallada sobre cómo se puede llevar a cabo la recomendación de la IAU».

Radiación media calculada en la banda V a 30º por encima del horizonte como una proporción sobre un fondo de cielo asumido de 21,8 mag/arc sec2. El primer grupo de barras representa los sitios potenciales, el segundo una selección de observatorios amateur, el tercero todos los principales observatorios profesionales y el cuarto una selección de observatorios históricos. La línea roja horizontal indica un aumento del 10% por encima del nivel natural. (Falchi et al)



Han pasado más de cuarenta años y ¡oh, sorpresa! las condiciones del cielo en los lugares en los que se estudia el cielo no dejaron de empeorar. Una investigación reciente, «Light pollution indicators for all the major astronomical observatories» (Falchi et al, 2022), desvela con números y gráficas la magnitud del deterioro (ver Figura 1). Valiéndose de datos del satélite VIIRS y del modelo Garstang–Cinzano de propagación de la luz compara veintiocho observatorios con telescopios de más de tres metros de diámetro más algunos otros seleccionados por su especial valor (por ejemplo, histórico). Después de analizar diversas variables relacionadas con la contaminación lumínica, el artículo concluye que «dos tercios de los principales observatorios han sobrepasado ya el 10 % crítico de incremento de radiancia sobre los valores naturales». Entre los peor situados, por cierto, se encuentra el español de Calar Alto.

Martin Pawley. Artigo publicado na sección "La noche es necesaria" da Revista Astronomía, número 284, febreiro de 2023.

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