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Del 13 al 16 de agosto de 1988 la Unión Astronómica Internacional organizó en Washington (EE. UU.) una conferencia que tuvo como tema la contaminación lumínica, la interferencia en radiofrecuencias y la basura espacial. Las actas del encuentro se publicaron en 1991 editadas por David L. Crawford, astrónomo que desarrolló su carrera en el norteamericano National Optical Astronomy Observatory y fue cofundador de la International Dark-Sky Association, la mayor asociación del mundo dedicada a la preservación de los cielos oscuros. Los textos que escribió producen asombro por la clarividencia en
el diagnóstico de un problema cuyo alcance en aquel momento hoy nos inspira profunda envidia.
«Los observatorios de todo el mundo ya no pueden trabajar en las cosas que solían hacer, y algunos han tenido que cerrar por completo. Muchos de los telescopios más grandes del mundo funcionan como si fueran telescopios más pequeños. La visión del cielo nocturno que tenían nuestros abuelos está desapareciendo rápidamente. La Vía Láctea ha desaparecido para gran parte del público, quienes viven en áreas metropolitanas. Solo en unas pocas zonas se puede ver aún el cielo nocturno real, y todos estos lugares están lejos de las ciudades. Toda una generación está creciendo sin haber visto jamás la Vía Láctea», señalaba Crawford en el prefacio.
«Las reflexiones sobre el universo, qué es, qué significa, qué hay ahí fuera, son pensamientos fundamentales. Sin la visión del universo, estos pensamientos se pierden. Y esta pérdida contribuirá a la disminución de la sensibilidad que la humanidad tiene hacia el universo y el medio ambiente que la rodea», añadía en la introducción. «Los indios Hopi tenían una palabra, ‘koyaanisqatsi’, que significa ‘naturaleza fuera del equilibro’. Encaja bien con estos temas. El deslumbramiento, el desorden lumínico, la
luz intrusa, el brillo del cielo urbano, la interferencia en radio-frecuencias y la basura espacial son ejemplos de ‘koyaanisqatsi’. La situación en todos esos casos ya es mala ahora, pero está empeorando. Sin control y sin planificación, su crecimiento se acelerará. El impacto será más severo, por supuesto, para las generaciones futuras. Se enfrentarán al fantasma de no ver nunca el universo en directo, sino solo en una pantalla de planetario o por la televisión. De hecho, esa es la única forma en que muchas personas ahora ven la naturaleza, por la televisión.»
Fotograma de "Koyaanisqatsi" (Godfrey Reggio, 1982) |
«Ya no puedo salir de noche sin ser sensible a la mala iluminación. (...) Simplemente no puedo cerrar los ojos ante todo esto, aunque sea doloroso, y mi participación en la lucha por el control de la contaminación lumínica ha acabado para siempre con la posibilidad de salir de noche sin estremecerme de dolor cientos de veces. Espero que sepamos educar a la gente en todo el mundo para que sufra como yo, para que sea consciente. Debemos educar sobre este problema.
Debemos impulsar normativas que pongan control a los problemas. Debemos actuar. (...) Serán necesarios reglamentos, legislaciones y leyes.»
No puedo decir mucho más. Tal vez una cosa: que hemos perdido treinta años.
Martin Pawley. Artigo publicado na sección "La noche es necesaria" da Revista Astronomía, número 285, marzo de 2023.
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